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El medio ambiente y el agua son el gran problema del mundo: Shanni Valeria y Rosa Mendoza

Las jóvenes Binnizá de Oaxaca fueron reconocidas en Forbes entre las 100 más poderosas de México, y en el Premio Nobel Juvenil del Agua,  con el premio de excelencia.

Texto y fotos: Rocío Flores
Periodista Binnizá

En la región central de Oaxaca, a unos 30 kilómetros desde la capital del estado, se ubica Teotitlán del Valle, una comunidad zapoteca rodeada de montañas donde viven dos jóvenes zapotecas, Shanni Valeria Mora Fajardo, de 17 años, y Rosa Mendoza Sosa, de 18 años, que se atrevieron a realizar sus sueños y diseñaron una estrategia comunitaria para enfrentar la escasez de agua y a la vez darle continuidad al legado cultural de su pueblo.

Shanni y Rosa fueron reconocidas en la lista “Las 100 Mujeres más Poderosas de México” para el año 2025, publicada por la revista Forbes México, la cual destaca a mujeres influyentes en diversos ámbitos, por haber superado retos en el tema de igualdad de género.

Ambas están convencidas de que los temas asociados al medio ambiente, entre ellos la escasez de agua, son el gran problema en las sociedades de todo el mundo.

Shani exhorta a tomar conciencia de estas problemáticas que se viven cada vez más fuertes. “Estamos casi a nada de alcanzar los límites planetarios”, dice.

Ella se prepara para ingresar a la Universidad Autónoma de Baja California Sur a estudiar la Licenciatura en Gestión y Ciencias del Agua.

“Las carreras a las que nos estamos dirigiendo son carreras del futuro ya que el medio ambiente es el tema central, el gran problema que se nos viene, y estamos orgullosas de  enfocarnos en lo que realmente queremos hacer”, advierte.

Rosa invita a la participación. “Esta es una gran oportunidad de que hagamos algo por el mundo, porque somos de las generaciones que vamos a vivir con mayor impacto estas problemáticas, si no hacemos nada”, señala la joven zapoteca, quien optó por la Agricultura Sustentable y Protegida en la Universidad Tecnológica de los Valles Centrales de Oaxaca.

Antes de este reconocimiento de Forbes, en  agosto de 2024, recibieron el premio de excelencia, representando a México en el Stockholm Junior Water Prize, también llamado el Premio Nobel Juvenil del Agua, por su proyecto de reutilizar el agua entintada por las familias artesanas de su comunidad, para el cultivo de hortalizas.

Este reconocimiento mundial busca alentar a jóvenes que planean y construyen alternativas para un futuro mejor para todos, especialmente en tema del cuidado y protección del bien hídrico.

En su momento, las redes sociales se llenaron de mensajes eufóricos y de esperanza. “Nos dan esperanza.. Estos son los proyectos que deben impulsarse en nuestro país”, escribieron usuarios de distintas redes sociales.

Un proyecto local con alcance global

Recibir estos reconocimientos, para ellas ha representado un logro, ya que se reconoció la viabilidad de su propuesta estratégica comunitaria de reutilización de agua entintada para el cultivo de hortalizas como un proyecto local con potencial para ser replicado en otras comunidades de México y otros países.

Además del viaje por Europa para participar en el Premio Juvenil de Agua, el ser reconocidas entre las mujeres poderosas del país las puso contentas.“Este es el verdadero premio, el ser reconocidas como las chicas que salieron de su comunidad, que se atrevieron y lograron llegar lejos”, cuentan.

¿Qué es y cómo surgió la propuesta? 

La comunidad donde ellas viven, Teotitlán del Valle, Oaxaca, se distingue por la producción de textiles en lana con diseños inspirados en paisajes zapotecas, grecas y glifos. Ahora también con figuras contemporáneas elaboradas en telares de pie. Antes de la llegada de los españoles se utilizaba el algodón; después, introdujeron la lana y reemplazaron el telar de cintura por el de pedal, e incluyeron otros instrumentos como la rueca. 

La tradición ha ido cambiando. Originalmente, los tintes naturales como la grana cochinilla, añil, flor de pericón o de cempasúchil daban color a sus diseños; ahora, han incorporado los tintes sintéticos, ante las tendencias del mercado, aunque eso significa otras pérdidas, ya que para teñir un kilo de hilo de lana se requieren de 70 litros de agua, lo cual agrava el problema de escasez de agua que se presenta en distintas  temporadas en la comunidad debido al impacto del cambio climático.

Las jóvenes zapotecas vieron que la escasez era precisamente uno de los problemas para las actividades  artesanales y agrícolas. Así que, desde las aulas del Bachillerato Integral Comunitario número 29 de Teotitlán del Valle, donde estudiaban, diseñaron un prototipo de filtro que, con piedras, algodón, carbón y otros elementos naturales, logra separar los sedimentos químicos y la acidez del agua para poder reutilizarla en su localidad.

Con su propuesta querían  minimizar el impacto de las prácticas del teñido sobre el medio ambiente, la tierra y la calidad de vida de más de 900 familias dedicadas a la elaboración de tapetes de lana  multicolores y otros textiles.

Enfrentaron distintos desafíos; entre ellos, la falta de recursos para poder realizar los estudios de laboratorio microbiológicos para cerciorarse de que el agua que han filtrado y utilizado para el cultivo de hortalizas esté en condiciones para utilizarla a mayor escala.

Aunque el gobierno del estado de Oaxaca promocionó a las jóvenes a través de varios videos en redes sociodigitales, la realidad es que hasta finales del mes de junio de este año, ninguna autoridad se había acercado para apoyar económicamente la iniciativa.

También dentro de la comunidad le restaron valor a la propuesta. “En algún momento nos dijeron que no íbamos a poder; hubieron comentarios negativos, pero seguimos adelante; demostramos que podíamos lograr lo que queríamos”, refiere Rosa.

Fueron tiempos de estrés, por la parte académica, entrevistas, tareas, etcétera. A pesar de eso y a punto de entrar a otro periodo escolar, confirman que tienen el mismo objetivo.  “Queremos implementarlo a escala que las familias artesanas aprovechen y no se desperdicie el agua. También seguir en estos temas. Sabemos que significa compromiso y dedicación. Pero nuestro objetivo no cambia. Cambió la motivación. Ahora es mayor”, afirman entusiasmadas por el impacto que ha tenido su esfuerzo.

Las dos están seguras de que les marcó el Premio Juvenil de Agua y  agradecen el apoyo de su asesora Brenda Jarquín Martinez.

Rosa asegura que tuvo la oportunidad de encontrarse y reconocer lo que quería para el resto de su vida. Shanni complementa: “Nos permitió saber cuáles eran nuestras verdaderas pasiones”.

Ambas ven en la participación una solución a los problemas del medio ambiente.

“Busquen algo que les guste  porque de esa manera pueden desarrollar sus habilidades. Nosotras como mujeres indígenas no nos limitamos en participar en este certámen; tenemos el valor y la fuerza para demostrar que se puede”, invita Rosa Mendoza Sosa.

 “Queremos decirles que se atrevan a soñar, que los sueños se cumplen; y si alguien les dice que no, que resistan, porque ésa es la clave: insistir, resistir. Y las cosas siempre van a salir”, recomienda Shanni Valeria Mora Fajardo.

El proyecto sigue en marcha, están a la espera de los resultados de la asesoría recibida por la UNAM, y de un donativo prometido por la golfista profesional mexicana Lorena Ochoa. Prevén que en agosto pueda ser implementado en la escuela y patentado.

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